Me quedan menos de tres semanas en Argentina, y de repente me he enamorado. He pasado los últimos cuatros meses enamorándome lentamente de Argentina y de la ciudad de Córdoba, pero nunca antes me he enamorado tan rápidamente de un lugar como me pasó con Ushuaia. Esta ciudad chiquita al fin del mundo tiene un poder de encantamiento que nunca antes he visto y que apenas puedo describir por las intensas emociones que me despierta. Déjenme empezar por el principio.
Decidimos ir a Ushuaia porque queríamos conocer la Patagonia y los vuelos ahí eran los más baratos. También, porque es copado poder decir que fuimos a la ciudad más al sur del mundo. Al principio pensé que no habría mucho que hacer en la ciudad, más que trekking, y que solo se podría caminar una cierta distancia antes de que dejara de ser divertido. No pensé que sería uno de los lugares más hermosos en todo el mundo. Jizelle y yo elegimos un vuelo por la noche porque era más barato y por eso llegamos a Ushuaia cuando todavía estaba oscuro. Manejamos a nuestro hostal mientras el sol nacía por el horizonte y la vista de los Andes pintados de naranja y rosado me dejó sin aliento. Nuestro hostal tenía unas ventanas grandes en la cocina y todos los días amanecía a las diez, así que cada mañana observábamos al sol subiendo las montañas mientras desayunábamos.
El viernes nos despertamos temprano y fuimos de viaje en barco por el Canal Beagle. Visitamos tres islas y conocimos lobos marinos, cóndores, y cormoranes. Gracias a que nuestro barco era chiquito, pudimos pasar re cerca de los animales. Los lobos marinos eran lindos y chistosos (les gustaba gritarse unos a otros), pero ¡tenían un olor fuerte! Nunca había ido a un viaje en el que pudiera acercarme tanto a los animales sin correr ningún peligro.
Después, decidimos subir al Glaciar Martial, que queda a diez minutos de la ciudad. Tuvimos que caminar rápidamente porque ya eran las tres de la tarde y el atardecer era a las cinco, pero llegamos justo a tiempo y disfrutamos un montón. La nieve me trajo un profundo sentimiento de alegría y me hizo caer en cuenta de cuánto la extrañaba desde el último invierno en Nueva York. Canté, bailé y me reí todo el camino. Durante los dos días siguientes, fuimos al Parque Nacional Tierra del Fuego y Laguna Esmeralda, respectivamente. ¡La belleza de la naturaleza que nos rodeaba era increíble!
Hace poco recibí una carta de mi amiga en que ella me preguntó si había visto algo tan hermoso que me haya hecho llorar o reír, y después de este viaje mi respuesta es que todo que vi me hizo querer llorar y reír al mismo tiempo. Todo el viaje me sentí como si estuviera en el cielo.
Para mí, Ushuaia es una combinación perfecta de todas las cosas que amo con todo mi corazón. Tiene las montañas altas y pedregosas, los boques densos y llenos de vida, lagos y lagunas de agua dulce, y el Canal Beagle que conecta al Océano Pacífico con el Atlántico. Ahí es posible vivir la vida de un alpinista y la de un marinero al mismo tiempo. Estoy enamorada de Ushuaia, y fue un viaje que nunca voy a olvidar.
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It's just three weeks remain for me in Argentina, and suddenly I've fallen in love. I have spent the last four months slowly falling in love with the country of Argentina and the city of Córdoba, but never before have I fallen in love so quickly with a place than in the case of Ushuaia. This little city at the end of the world has a power of enchantment that I have never seen and can barely describe because my emotions about it are so strong. Let me start at the beginning.
We decided to go to Ushuaia because we wanted experience Patagonia and the flights there were the cheapest. Also, it would be cool to be able to say that we went to the southernmost city in the world. At the beginning it seemed to me that there wasn’t much to do in the city except hiking, and you can only walk a certain distance before it’s not so much fun anymore. I never thought it would be one of the most beautiful places in the whole world. Jizelle and I chose a flight at night because it was cheaper and thus we arrived in Ushuaia when it was still dark. We drove to our hostel while the sun came up over the horizon and the view of the Andes painted orange and pink took my breath away. Our hostel had large windows in the kitchen and sunrise was at 10 in the morning, so every morning we watched the sun come up over the mountains while we had breakfast.
On Friday, we woke up early and took a boat trip on the Beagle Channel. We visited three islands and met sea lions, condors, and cormorants. Because our boat was small, we were able to get very close to the animals. The sea lions were adorable and funny (they liked to shout at each other), but goodness did they smell! I had never been on a trip where I could get so close to the animals without any sense of danger.
After, we decided to climb Martial Glacier, which is 10 minutes outside the city. We had to walk quickly because it was already 3 in the afternoon and the sunset was at 5, but we arrived with time and we enjoyed it a lot. The snow gave me a unique feeling of joy that I had missed without winter in New York. I sang, I danced, and I laughed all the way. The next two days, we went to Tierra del Fuego National Park and Laguna Esmeralda, respectively. The beauty of nature that surrounded us was incredible! I recently received a letter from my friend in which she asked me if I had seen something so beautiful that it made me cry or laugh, and after this trip my answer is that everything I saw made me want to cry and laugh at the same time. I was in heaven the whole trip.
For me, Ushuaia is a perfect combination of all the things I love with all my heart. It has high and stony mountains, forests dense and full of life, lakes and freshwater lagoons, and the Beagle Channel with connection to both the Pacific and the Atlantic Ocean. There it is possible to live the life of a mountaineer and a sailor from the same place. I am in love with Ushuaia, and it was a trip I will never forget.